lunes, 31 de mayo de 2010

1. Problema:
El sistema límbico

2. Objeto de la cuestión:
El sistema límbico está compuesto por un conjunto de estructuras cuya función está relacionada con las respuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria. La personalidad, los recuerdos y en definitiva el hecho de ser, depende en gran medida del sistema límbico. Los componentes son la amígdala cerebral, el tálamo, el hipotálamo, la hipófisis, el hipocampo, el área septal, la corteza orbitofrontal y la circunvolución del cíngulo.

3. Antecedentes:
La Antropología es la ciencia social que estudia al hombre de forma holística. Se la define, como una omnisciencia que se ocupa del origen y desarrollo de la variabilidad humana y de los diferentes comportamientos sociales a través del tiempo y el espacio, por medio del proceso biosocial de la evolución del género humano.

Los fundadores de la Antropología Criminal fueron Cesare Lombroso y Enrico Ferri, pertenecientes ambos a la llamada Escuela Positivista del Derecho Penal. Partieron de la base que, el hombre actual, debido a anomalías orgánicas, carece, igual que el primitivo y el salvaje, de libre albedrío y no goza por tanto de la libertad de obrar por propia reflexión y voluntad. Dividieron a la humanidad en dos grandes grupos: delincuentes y honrados. Crearon así el tipo llamado uomo delincuente, criminal congénito o nato, o sea un ser atávico, ya que, desde el punto de vista biológico y desde el sociológico, representaría una regresión al salvaje, con fondo epiléptico e idéntico al loco moral.

La teoría enunciada por Lombroso y Ferri originó el choque de dos tendencias: la Antropología y la Sociología. En esta etapa evolutiva, la Escuela Antropológica atribuyó a los factores biológicos, individuales o endógenos, el valor de causas poco menos que exclusivas de la delincuencia; en cambio la Escuela Sociológica asignó ese mismo significado a los factores sociales, mesológicos o exógenos. La Antropología Criminal y Sociología Criminal se integraron con la Criminología. La Antropología Criminal es por tanto la ciencia que estudia el hecho delictuoso individualmente considerado y, la Sociología Criminal la que se ocupa de la delincuencia apreciada en su conjunto, como una de las múltiples manifestaciones de la vida social, en la que se encuentra, a la vez, su origen y su medio de actuación.

La Antropología y Biología Criminal considera que el delito es un fenómeno natural, que se halla ligado a la influencia de causas provocadas, cuya investigación tiene por base la realidad biológica y social del hombre. No pretende substituir el estudio del delito por el delincuente, sino que en lugar de considerar a aquel como hecho jurídico, quiere estudiarlo como fenómeno natural y social; examina primero a la persona que comete el crimen y el ambiente en el cual lo comete, para estudiar después jurídicamente el delito cometido, no como ente abstracto y existente por si mismo, sino como índice y manifestación de la estructura orgánica y psíquica del autor. Estudia por tanto al delincuente en su individualidad, tomando en consideración los factores internos, incluyendo al sistema límbico y, en especial el medio circundante.

La Antropología y Biología Criminal tiene una faz evolutiva empírica prelombrosiana y otra poslombrosiana. La primera se caracteriza porque en ella el comportamiento humano, en lo emocional, sexual y alimenticio fue localizado inicialmente, en las vísceras, luego en la pineal y finalmente en el sistema nervioso central. En la fase poslombrosiana se probó que la corteza cerebral no era necesaria para la ira, y se demuestra que la cólera es una reacción subcortical, rápida, uniforme y estereotipada. Los estudios contemporáneos sobre el sistema límbico arrojan luces no sólo experimentales sino clínicas acerca de la conducta y localizaciones cerebrales.

Para la ciencia de los siglos XVIII y XIX la vida psíquica queda confinada en el sistema nervioso, y en especial, en esa fina capa de células que es la corteza cerebral. La frenología sitúa toda la vida emocional en la arquitectura cerebral; no obstante, las investigaciones sobre la localización de las funciones cerebrales hechas por los neurociéntíficos afirman que, la corteza cerebral es asiento de aptitudes generales y no específicas, pues se pueden estimular y anular mediante impulsos eléctricos todas las zonas de la corteza sin que el sujeto experimente la menor emoción o cambio apreciable en su estado de ánimo. La vida emocional tiene asiento anatómico en el sistema límbico.


4. Análisis:
El sistema límbico, como parte esencial del sistema nervioso, está formado por varias estructuras cerebrales, ubicadas alrededor del tálamo y debajo de la corteza cerebral que, gestiona respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Es el responsable principal de la vida afectiva, y es partícipe en la formación de memoria, en las que participan el hipotálamo, el tálamo, el hipocampo, la amígdala cerebral, el cuerpo calloso, el septum y mesencéfalo.

El hipotálamo es la región del cerebro que se halla inmediatamente por debajo del tálamo y por encima de la zona en que se implanta la hipófisis. Comprende un conjunto de núcleos diferenciados: paraventricular, supraótico, dorsomediano, entre otros. Constituye una zona de convergencia de las fibras nerviosas salidas de la corteza cerebral que, les transmiten las excitaciones producidas por el medio, en particular los estímulos sensoriales, síquicos, térmicos y táctiles. Está unido por el tronco pituitario a la hipófisis cuya actividad endocrina controla y, sirve de intermediario entre la corteza cerebral y un conjunto de glándulas endocrinas controladas por las secreciones hipofisiarias; de esta manera, la actividad hipotalámica ejerce sobre el funcionamiento de estos órganos una influencia que permite acomodar el comportamiento del organismo frente a los factores a los que sus centros nerviosos son sensibles.

El tálamo es uno de las médulas grises de la base del cerebro, de forma oval, bilateral, situado junto a la pared del tercer ventrículo, en relación con los núcleos del cuerpo estriado y la cápsula interna. En el se distinguen diversas partes, y está considerado como una importante etapa intermedia en el curso de las vías de la sensibilidad.

El hipocampo es el nombre que se da a la circunvolución del lóbulo temporal del cerebro. Se ubica por debajo del tálamo dentro de los tractos ópticos, y justo encima, e íntimamente relacionado con la glándula pituitaria. Es una de las partes más ocupadas del cerebro y está relacionada principalmente con la homeóstasis. Regula, y tiene el control último, de las funciones del sistema nervioso simpático y del sistema nervioso parasimpático. Recibe información sobre la presión sanguínea, la distensión intestinal, la luz y la oscuridad, la temperatura de la piel y el fluido del cerebroespinal, incluyendo las toxinas que inducen al vómito.

La amígdala cerebral es una masa con forma de dos almendras que se sitúan a ambos lados del tálamo, en el extremo inferior del hipocampo. Su papel principal es el pensamiento y almacenamiento de reacciones emocionales. Se encuentra íntimamente involucrado en la memoria, densamente interconectado con el núcleo septal, hipotálamo e hipocampo. Cuando se lesiona distorsiona la percepción de cualidades emocionales del ambiente.
El cuerpo calloso es el haz de las fibras nerviosas, comisura central, más extensa del cerebro humano. Su función es servir como vía de comunicación entre un hemisferio cerebral y otro, con el fin que ambos lados del cerebro trabajen en forma conjunta y complementaria.

El septum es el nombre con que se designan algunos tabiques orgánicos. Así, el septum lucidem se halla en la parte media del cerebro, entre los dos hemisferios.

El mesencéfalo es el segmento más alto del tronco del encéfalo. Conecta el puente troncoencefálico o puente de Varolio y el cerebelo, con el diencéfalo. Su eje longitudinal se inclina hacia adelante y los pedúnculos se alejan de la línea media en su ascenso por el foramen de Pacchioni, para penetrar en el hemisferio cerebral correspondiente. El límite con el puente tronco encefálico está bien definido por el surco pontomensencefálico y, el límite superior está determinado por las cintillas ópticas. Está atravesado por un conducto estrecho, el acueducto de Silvio, conducto cerebral, ocupado por el líquido cefalorraquídeo. Está integrado por el Tectum que se localiza en la porción dorsal del mesencéfalo, y el Tegmentum que, es la porción del mesencéfalo situada debajo del tectum. Incluye en el extremo rostral de la formación reticular varios núcleos que controlan los movimientos oculares, la materia gris periacueductual constituida por cuerpos celulares de neuronas, el núcleo rojo y la sustancia negra que son componentes importantes del sistema motor.

Las funciones principales del sistema límbico son la motivación por la preservación del organismo y la especie, la integración de la información genética y ambiental a través del aprendizaje, y la tarea de integrar el medio interno con el externo antes de realizar una conducta. El delito consecuente a la disfunción del sistema nervioso, debe ser analizado por la Antropología y Biología Criminal como manifestación de la estructura orgánica y psíquica del autor, y como base a de la realidad biológica y social del hombre, con la finalidad de estudiar al fenómeno natural y social, para gestionar en forma coherente, una respuesta estructurada y definida sistemáticamente.










5. Conclusión:
Si el hombre fuese en realidad homo sapiens y actuara única y exclusivamente conforme al cálculo racional, entonces sí que el mayor rigor del castigo aseguraría el efecto buscado de que se cometan menos crímenes. Pero como esta hipótesis no ha recibido confirmación, y con tanta frecuencia se ha revelado inaplicable a la conducta animal o humana, en mi opinión se debe arrojarla por la borda y confiar en las investigaciones científicas de la Antropología y Biología Criminal.

Por mucho que vaya contra los sentimientos y convicciones, se ha de aceptar la proposición que, los delincuentes deben ser tratados en lugar de castigados. Esta es al menos la conclusión a que se llega si de verdad importa la rehabilitación y la reducción de la conducta delictiva. El castigo quizás procure mayor satisfacción desde un enfoque mas bien primitivo, pero no conduce a una mejora de la situación general, y quizás se debe añadir que, la Antropología y Biología Criminal también sugiere un nuevo punto de vista de particular importancia, y es que, nada justifica, sobre unas bases racionales, para tratar de forma semejante a todos los delincuentes y para imaginar que el mismo trato beneficiará a todos por igual.

Existe evidencia clara de que el tratamiento debe ser específicamente concebido para cada persona, con arreglo a su grado de extraversión o introversión, neuroticismo o estabilidad, y, de manera muy especial, la facilidad con que forme respuestas condicionadas. Otro tanto cabe decir, naturalmente, respecto a la educación. Hora es ya de que pongamos termino al eterno vaivén del péndulo entre el viejo principio de la letra con sangre entra y el puro y simple laisses faire; hemos de reconocer que, la persona extrovertida se condiciona con dificultad, requiere por tanto una disciplina condicionante bastante severa si no se quiere verle convertido en delincuente o posiblemente en criminal, en tanto que el introvertido se condiciona con absoluta facilidad requiriendo una disciplina mucho mas holgada y apacible, con el objeto de que, a su vez, no se convierta en un neurótico.

Antes de brindar procedimientos para el cambio de la conducta y el comportamiento humano, se debe ser consciente del hecho que, los seres humanos no son una infinidad de gemelos univitelinos, sino que difieren profundamente unos de otros. El hombre es igual a los demás por su genialidad y diferente por su morfología y psicología Tratar a todo el mundo por igual equivale a una abdicación fundamental del principio que, todo científico del crimen debe adoptar, la individualidad es algo sagrado.